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Arquitecturas perdidas en Madrid. El Hotel Madrid.

By 20/03/2021 No Comments

Las ciudades, son el resultado de las actuaciones urbanísticas que en ellas se realizan. A veces con acierto, otras no. Lo que está claro es que nunca nos dejan indiferentes.

EHotel Florida se inauguró en 1924 y se encontraba en la Plaza de Callao, exactamente donde ahora se encuentra el edificio de El Corte Inglés. Su arquitecto, Antonio Palacios, fue también el artífice  del Palacio de Cibeles y del edificio de las cariátides, entre muchos otros en Madrid. El edificio estaba recubierto de mármol, tenía diez pisos y doscientas habitaciones lujosamente amuebladas.

  Vista de la Gran Vía en 1950, con el Hotel Florida junto al edificio de “La Adriática”

Durante la Guerra Civil Española, El Hotel Florida alojó a numerosos corresponsales extranjeros  desde cuyas dependencias redactaron y enviaron sus crónicas a los diferentes periódicos para los que trabajaban.  El más famoso quizás Hemingway.

John Dos Passos fue uno de estos corresponsales  y desde su habitación en la planta octava, escribió  para la revista Esquire “Habitación y baño en el Hotel Florida  que fue publicado en enero de 1938. En él describe la situación de guerra que se vivía en aquel momento, de una manera sublime.

Transcribo parte del artículo, de siete folios. Su lectura  nos hace apreciar más la suerte enorme que tenemos de vivir en tiempos de paz.

“Desde el oeste llegaba el sonido de explosiones huecas y aisladas, perforaciones suaves del horizonte distante. En algún sitio, no muy lejos, hombres con cada nervio del cuerpo tenso avanzaban pegados al lado oscuro de los muros, agachando las cabezas dentro de las trincheras, sacando el brazo derecho para tirar una granada de mano contra cualquier sombra que se arrastrase frente a ellos. Y en todas las casas negras, los niños que hemos visto jugando en las calles dormían, y los mayores estaban tumbados pensando en los amigos perdidos y en la familia y las ruinas y en la gente que querían y en odiar al enemigo y en el hambre y en cómo conseguir mañana un poco más de comida, sintiendo en la sangre entumecida, a pesar de todo el desdén hacia la muerte, en el interminable miedo calcinante de una ciudad sitiada. Y no puede evitar cierto sobrecogimiento, mientras me desvestía en mi tranquila habitación limpia, con luz eléctrica y agua corriente y una bañera, en las caras de toda la gente en esta ciudad. Me acosté en la cama para leer un libro, pero en lugar de eso miré al techo y pensé en la camarera de mediana edad y gesto amable que había limpiado mi  habitación esa mañana y había hecho la cama y había puesto todo en orden, y en que había estado viniendo todos los días, haciendo su trabajo desde que empezó el asedio, tal y como lo había hecho en los días de Don Alfonso, y me preguntaba dónde dormiría y qué sería de su familia y de sus hijos y de su hombre, y cómo tal vez mañana cuando viniera al trabajo se oiría ese violento silbido ensordecedor y la calle llena de polvo y de astillas de piedras y, en lugar de venir a trabajar, la mujer se convirtiera en una masa aplastada de sangre y tripas que recogerían y meterían en un nuevo ataúd de pino y se llevarían rápidamente. Y echarían un poco de agua sobre los adoquines y seguiría la muerte en Madrid. Una ciudad sitiada no es muy buen lugar para un turista. Es una ciudad sin sueño.”

El hotel fue demolido en 1964.

 

Mariluz Gutiérrez Mingueza. Guía habilitada por la CAM número 589.